El fenómeno del placer ante la contemplación de una película que, conscientemente, reconocemos como de mala calidad es sumamente complejo y merece una reflexión que no siempre estamos dispuestos a dar. La pregunta que tenemos que formular es la siguiente: ¿por qué, si sabemos que determinada película es mala, incoherente, en donde los actores no realizan bien su trabajo, y en donde el director exhibe una limitación básica de recursos, sin embargo podemos sentir placer y hasta divertirnos visionándola?
No es nuestra intención dar una respuesta a esta pregunta, pero ya el solo hecho de plantearla es un primer paso en su intento de solución. Al respecto podemos dar un ejemplo muy claro, para poder iluminar mejor el sentido de lo que deseamos expresar.
¿No es esto lo que ocurre con el tipo de comedias que Hollywood produce a diario? Pensemos en el caso de una película filmada en los años `90: “Baseketball”. Esta increíble comedia absurda fue una de las primeras en trabajar el sinsentido de manera tan correcta que generó en los contempladores y en la audiencia un fenómeno muy curioso. Ellos podían reconocer que el film no era un film producido seriamente, y sin embargo sentían un gran agrado al visionarla.
Quizás era por el director, David Zucker, quizás la responsabilidad recaía en los actores protagónicos, Matt Stone y Trey Parker (reconocidos mundialmente por haber creado la serie animada “South Park”), lo cierto es que no hay nada mejor que este film. No paramos de reirnos y sabemos al mismo tiempo que no existen razones racionales para ello.
