Como venimos diciendo en este blog desde hace tiempo, es posible reconocer en la industria cinematográfica de Hollywood una tendencia muy evidente a la producción cada vez más pronunciada de remakes de todo tipo. Como si la vieja idea de una creación desde cero de una historia no fuera más viable, y en la época de la re-productibilidad técnica, la repetición se hubiese transformado en la norma de producción cultural y estética en general.
Ahora bien, esto no es algo malo. Por el contrario, la figura del remake lo que hace es explicitar algo que constituye desde el comienzo a la lógica del lenguaje cinematográfico. En efecto, el cine es repetición: de imágenes ya percibidas en el sensorio humano en la vida real.
Ahora bien, el problema nace cuando la remake se produce indiscriminadamente, sin criterio, por el mero hecho de aumentar las ganancias y las rentabilidades económicas del film. Y esto es lo que ocurre en el caso que queremos mencionar aquí: en la remake de “The Shining”.
Recordamos a la gran adaptación de la novela de Stephen King, a cargo de Stanley Kubrick, en donde se pudo ver a un Jack Nicholson en su mejor momento. Pues bien, ahora resulta que desean hacer una remake de este clásico norteamericano. El problema es que amenazan con destruir las huellas mnémicas que ha dejado el film de Kubrick en nosotros…