Al interior de la historia del cine encontramos dos maneras de realizar un film, de forma interesante y sugerente. Por un lado tenemos las tendencias vanguardistas, que tuvieron su esplendor en los años sesenta, en donde la búsqueda de ruptura iba a tal extremo que toda convención y toda pretensión de verosimilitud era puesta entre paréntesis: sin continuidad diegética, sin apariencia de transparencia y efecto de realidad, los films de Godard -por ejemplo- ponían en escena el principio constructivo del aparato cinematográfico, interrumpiendo la continuidad de la experiencia perceptual del espectador.
Pero también existe la puesta en evidencia de los procedimientos fílmicos a partir de su realización perfecta. En este caso es Hitchcock el caso ejemplar. Todos sus films son la realización virtuosa de las convenciones de cada género que aborda. La realización perfecta logra demostrar, por su eficacia, lo imposible o irreal del film.
Ahora bien, ni la primera ni la segunda de las opciones es lo que intenta hacer “Killer Ellite”, la última película de Jason Statham, Clive Owen y Robert De Niro. ¿Por qué? Pues al ser una película de acción, interrumpe las convenciones del género, imposibilitando que los espectadores reconozcan en ella los guiños típicos de estas películas. Pero, al mismo tiempo, las contravenciones no logran ser lo suficientemente radicales como para realizar una película rupturista, vanguardista.
De esta forma, “Killer Elite” solamente logra ser una película aburrida, que no llega a ningún extremo y así se vuelve mediocre, gris, y poco interesante.
Una lástima.