Hemos visionado “Dream House” y a decir verdad nos hemos quedado con un gusto amargo en el paladar. No es que estuviésemos esperando una revolución estética dentro del género de terror, no es que tuviésemos la expectativa de que una combinación actoral de Daniel Craig y Rachel Weisz, junto con la blonda Naomi Watts pudiesen dar una suerte de núcleo dramático único e irrepetible. Pero, vamos, que se podría haber hecho algo un poco mejor.
La cosa es así, una familia se muda a un hogar, el cual comienza a demostrar que no tiene nada de hospitalario y que, pareciera que se encuentra situado en un terreno maldito, asediado por fantasmas y seres malignos.
Hasta aquí parecería ser todo bastante tradicional. Un espacio reducido, una familia encerrada en ese espacio y la presencia de seres que ni están adentro ni están afuera de ese espacio. En semejantes condiciones espacio-temporales uno de los integrantes de la familia pierde la razón y se ve poseído por esas presencias fantasmales. Peligrando, de esta manera, su propia familia.
Nos remontamos a “The Shining” o a “Los otros” para dar una combinación de ideas que nos permitan comprender la “singularidad”, si es que existe, de este film. En definitiva, bastante de lo mismo y una suerte de uso de recursos que vienen poniéndose en práctica en cada film que busca dar una imagen de suspenso, terror psciológico y crítica familiar.
El problema también lo representan los actores, como Craig, que nos hacen recordar a papeles pasados que no tienen nada que ver con lo que estamos viendo en el presente: por ejemplo, 007.