La relación entre la figura del conspirador y la política cuenta con una larga historia. Se inicia en lo que Foucault ha llamado tiempos de la soberanía, en donde el poder se concentraba en las manos de un sólo individuo y en donde el poder aparecía como una estrategia restrictiva, declaradamente violenta, etc. Sin embargo, en la actualidad esta relación se mantiene en pie, y Robert Redford la ha utilizado como motivo disparador de su próxima película, “The Conspirator”.
Allí se narra la historia de la conspiración detrás del asesinato de Lincoln y las consecuencias que trajo este acto para el reforzamiento de la violencia por parte del ala derecha de la política norteamericana. La idea de Redford es que el partido republicano utiliza los fenómenos excepcionales para recrudecer su política de protección nacional, derivada en la actualidad en la política anti-terrorismo.
De esta forma el film busca retratar una cierta persistencia del carácter conservador y autoritario de la personalidad norteamericana, y cómo influye ésta en la política de ese país.
Interesante apuesta del ex-galán Robert Redford, devenido en la actualidad en realizador de cine “serio”, con ideas políticas progresistas. Algo similar al caso de otros realizadores veteranos del cine norteamericano, como Sean Penn, por mencionar sólo al más joven de esa camada.
A su vez el film apuesta a una teoría de la historia como círculo, a la idea del retorno de lo siempre igual, del eterno retorno en la política. ¿Será que debemos claudicar de la posibilidad de transformar la sociedad?