Cuando un director de cine logra su meta máxima, a saber: la consagración mundial y el respeto por parte de sus colegas, entonces puede tomarse libertades. Por ejemplo, puede renunciar en el medio de un rodaje a un proyecto que en un principio le había entusiasmado, pero que sin embargo -por diversos motivos- ya no le motiva más. Pero también, y aquí descansa el núcleo del capricho que convalidamos en este tipo de realizadores cuando les reconocemos su trayectoria y sus méritos en terminos estéticos y cinematográficos, estas “estrellas” pueden darse el lujo de volver a expresar su deseo de retomar el film que habían dejado en “stand by”.
Este es el caso de Steven Spielberg, el cual luego de haber rechazado la realización de la tercera entrega de la saga de dinosaurios más famosa del mundo, “Jurassic Park”, habría dicho que quisiera trabajar en la próxima entrega, es decir, en la cuarta presentación de secuelas de esta historia verdaderamente sin fin.
Ahora bien, ni la productora ni los ejecutivos que están detrás del proyecto piensan decirle “no” a un magnate del cine como es Steven. Sin embargo, nos gustaría saber cuáles han sido las razones que llevaron a Spielberg a decidirse positivamente por la cuarta entrega.
¿Desde cuándo una cuarta secuela es más legítima, ante el público de los críticos y el público no especializado, que una tercera?
En fin, estos son los así llamados caprichos de los famosos, y nosotros mucho no podemos decir al respecto. Si tuvieramos su dinero y fama tal vez actuaríamos igual.